Existe una relación directa estructural y neurológica entre el sistema visual y el sistema estomatognático.
En muchas ocasiones los optometristas nos encontramos con pacientes a los cuales les evaluamos los movimientos oculares y vemos movimientos de boca asociados. Esto me hizo preguntarme qué clase de relación tienen los ojos con la boca y he querido compartirlo con vosotr@s.
Sistema oculomotor y sistema estomatognático
Entre ambos sistemas existe una conexión muy interesante, no solamente por las estructuras mecánicas, sino también porque ambos sistemas están inervados por el nervio trigémino.
Neurológicamente, tanto los ojos como la boca están inervadas por el V par craneal o Nervio Trigémino. Se trata de un nervio denominado mixto ya que posee fibras motoras, las cuales se vinculan con la masticación y, además, fibras sensitivas, que inervan a parte de la cara. A la altura del ganglio del trigémino se divide en tres ramas:
- Rama oftálmica (V1): plenamente sensitivo. Inerva el globo ocular, la glándula lagrimal, la piel de la nariz, la frente, los párpados, la mucosa nasal y parte del cuero cabelludo.
- Rama maxilar superior (V2): también es puramente sensitivo. Inerva los párpados inferiores, las alas de la nariz, la glándula lagrimal, el paladar y los dientes superiores. Esta es una rama que relaciona directamente parte del ojo con la zona maxilar.
- Rama mandibular (V3):Es un nervio de tipo mixto o sensitivomotor. Inerva las meninges, las sienes, la mandíbula, los dientes inferiores y la lengua.
Estructuralmente, tanto los ojos como la boca comparten distintas estructuras las cuales ponen ambos sistemas en relación mecánica directa:
- Hueso esfenoides, maxilar superior y palatino, los cuales forman constituyen parte de la órbita.
- Músculos pterigoideo y temporal
- Relaciones fasciales
Equilibrio y postura
Sabemos que el ser humano nunca se encuentra en equilibrio como tal. Nuestro cuerpo está en un constante desequilibrio controlado. El control postural es la capacidad del cuerpo para volver a su estado original cuando es apartado de «su equilibrio».
Es lo que se llama un sistema de tensegridad. Esto significa que, nuestro cuerpo se mantiene en equilibrio gracias a los diferentes elementos de tensión a los que está unido. Una variación en una parte del sistema puede causar una deficiencia tensional el otra parte de sistema.
La postura y el mantenimiento de la misma es una función compleja que depende de la integración de las diferentes informaciones sensoriales.
El sistema nervioso central obtiene información externa de la posición de nuestro cuerpo en el espacio gracias a tres informadores principales: la retina, el sistema vestibular en el oído y la piel de la planta del pie, constituyendo lo que se llama el trípode básico del sistema postural.
La información exteroceptiva obtenida por estas tres vías debe ser contrastada con la información extraída de nuestro sistema somatosensorial, que incluye la piel, la propiocepción y la oclusión dentaria.
Siguiendo con el concepto de que el cuerpo humano es un sistema de tensegridad, vemos que si existe una modificación en una de las informaciones obtenidas, se producirá una compensación en todo el sistema para lograr la reequilibración.
Relación mandíbula, postura y visión
La articulación temporomandibular (ATM) nos proporciona información sobre la oclusión dentaria para el mantenimiento de un correcto equilibrio y así adoptar una buena postura.
Ya sea por distinto desarrollo óseo o por distinto movimiento dentario, se pueden producir alteraciones en la oclusión dentaria, con la aparición de diferentes maloclusiones que pueden provocar una adaptación postural.
Dentro del plano anteroposterior diferenciamos tres clases de maloclusiones:
- Clase I (normo oclusión): Es la oclusión correcta. En este caso el peso de nuestro cuerpo se encuentra bien equilibrado.
- Clase II (distoclusión): La mandíbula muerde más atrás de donde debería. La compensación resultante es la anteposición de la cabeza con carga del peso del cuerpo hacia delante.
- Clase III (mesioclusión): La mandíbula muerde más adelante de donde debería e incluso puede llegar a cubrir los dientes superiores. La compensación resultante es una retroposición de la cabeza con carga del peso del cuerpo hacia atrás.
Tanto la clase II como la clase III tendrán como consecuencia una compensación postural, tanto en la posición de la cabeza, como en la posición de la línea de mirada y en todo el cuerpo en general. Además, la maloclusión se puede traducir en tensión que llega hasta los músculos del cuello, los cuales están en relación directa con el sistema oculomotor.
Por otro lado, la mordida cruzada es una alteración de la oclusión en el plano horizontal. La línea media maxilar no coincide con la línea media mandibular. Se produce por lo tanto, una rotación mandibular, que se manifiesta como una asimetría facial, afectando directamente a la posición de los ojos.
Distintos estudios demuestran que estas maloclusiones están relacionadas con alteraciones en el posicionamiento ocular, alteraciones oculomotoras y problemas binoculares.