¿Cómo vemos? Sistema visual, del ojo al cerebro
El sistema visual es el sistema sensitivo que más representación tiene en la corteza cerebral. Gracias a él creamos una representación del espacio y de nosotros mismos y, además, nos permite establecer una interrelación entre nuestro cuerpo y el entorno.
Para comprender el mecanismo de la visión es importante tener noción de la anatomía y la neurología del sistema visual. La comúnmente conocida como vía visual, es la llamada vía retino-geniculado-cortical.
Esta vía es una vía sensitiva, por lo que, igual que el resto de vías sensitivas está formada por un órgano receptor (el ojo), una vía de transmisión neuronal (los nervios ópticos, quiasma, cintillas y radiaciones ópticas), un núcleo sensitivo primario (el cuerpo geniculado lateral) y terminando en una zona específica de la corteza cerebral (corteza visual en el lóbulo occipital).
Todo el mecanismo comienza gracias a que en la retina de nuestros ojos, existen unas células llamados fotorreceptores (conos y bastones), los cuales son sensibles a la luz. Éstos, al ser estimulados, convierten las señales luminosas en señales nerviosas y envían estos impulsos a través del nervio óptico hasta la corteza visual, lo que nos permite percibir las imágenes del mundo exterior.
Para que esto ocurra, es necesario que nuestro órgano receptor específico de la vía visual, que es el ojo, esté en las mejores condiciones posibles y permita que la luz que entra a través de él se enfoque en el lugar correcto de la retina.
Para ello, es importante la corrección de defectos ópticos como son la miopía, hipermetropía o astigmatismo, y también, tener un buen sistema oculomotor que permita dirigir los ojos de manera eficiente hacia el lugar que queremos fijar, para que esta imagen se proyecte en la parte más central de la retina (fóvea), dónde la calidad visual es mucho mayor.
La información visual sale de la retina a través de los axones de las células ganglionares que, juntos, conforman el nervio óptico. Al llegar al quiasma óptico, se produce una decusación parcial: los axones procedentes de las hemirretinas nasales se cruzan, mientras que los de las hemirretinas temporales no.
De manera que, tras el quiasma, cada cintilla óptica llevará la información de la hemirretina temporal homolateral y de la nasal contralateral, por tanto, trasmitirán la información del campo visual contralateral. Esta distribución es clave para la estereopsis o visión en tres dimensiones.
Resumidamente y por explicarlo de otra forma, las fibras que parten de la retina temporal del ojo izquierdo y de la retina nasal del ojo derecho, terminan en la corteza cerebral del hemisferio izquierdo y elaboran la representación de la mitad derecha del campo visual.
Las cintillas llegan hasta al núcleo visual primario, el cuerpo geniculado lateral del tálamo. Desde este núcleo, parten las radiaciones ópticas que alcanzarán la corteza visual primaria situada en el lóbulo occipital, donde la información visual se hace consciente. Las cortezas visuales de ambos hemisferios se relacionan a través del cuerpo calloso, para así poder comparar y relacionar las informaciones visuales creando la visión estereoscópica.
La corteza visual permite la especialización y clasificación de la información visual, procesando por separado atributos visuales como la forma, el color y el movimiento.
Para el desarrollo de estas vías, es necesario que desde el nacimiento se produzca una correcta estimulación del sistema visual. De esta manera se desarrollarán las conexiones que hacen posible, además de la visión, la función binocular, evitando que se pueda producir una situación en la estás vías se vean bloqueadas, como por un estrabismo, ojo vago, etc.
Cuando esto ocurre, el cerebro bloquea y anula la información de una de las vías para evitar situaciones de visión doble o confusión entre imágenes, por ejemplo.
Además de la vía retino-geniculado-lateral, el entramado del sistema visual es muy complejo, porque está formado por 35 áreas distintas de la corteza cerebral. Para comprender aquello que vemos, la corteza occipital debe estar en asociación y transmitir la información a otras áreas corticales y subcorticales.
Este proceso es necesario para usar la información visual en relación con otras informaciones sensoriales y la elaboración de respuestas motoras.