Actualmente los nacimientos prematuros constituye, según los datos de la OMS, el 11% de los nacimientos vivos del mundo. Gracias a la mejoría del cuidado neonatal, estas cifras aumentan cada día.
Sin embargo, estos nacimientos prematuros pueden acarrear diferentes dificultades. Por una parte, al ser bebés cuyo nacimiento no ha sido a término, su sistema de supervivencia no está del todo desarrollado. Puede que algunos reflejos primitivos no se hayan activado y puede que otros no se inhiban en el momento oportuno, causando un retraso en su desarrollo motor y en la maduración del sistema nervioso.
En relación a la función visual, la prematuridad constituye un riesgo importante, ya que existen patologías graves y disfunciones visuales relacionadas. Entre ellas, la más devastadora para el ojo es la retinopatía del prematuro, la cual puede llegar a producir ceguera, siendo hoy en día la primera causa de ceguera infantil en los países en desarrollo.
Por otro lado, también se observa una incidencia mayor de las distintas ametropías, como miopía y astigmatismo y también de estrabismo y ambliopía (ojo vago).
Índice de contenido
Retinopatía del prematuro
La retinopatía del prematuro es una patología de la retina que se produce en bebés que nacen de manera prematura. Esta enfermedad aparece porque en el momento del nacimiento la vascularización de la retina no está plenamente desarrollada, solamente se encuentra en el nervio óptico y va hacia la periferia cercana.
El resto de la retina periférica, todavía inmadura y delgada, no tiene vasos propios, oxigenándose gracias a la coroides subyacente. Cuando esta retina periférica empieza a madurar precisa de más oxígeno y, al no obtenerlo, se produce una hipoxia relativa en estas células.
En consecuencia, comienzan a fabricar factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF), el cual estimula el re-crecimiento de los vasos retinales. Esto puede concluir en dos situaciones diferentes: que los vasos estimulados por el VEGF lo hagan por su camino normal, avanzando por la retina hacia la periferia, o que entren hacia el vítreo.
En el primer caso se observará una mejoría espontánea de la enfermedad, que es lo que ocurre en la mayoría de los niños observados, completándose la vascularización normal de la retina a las 44-48 semanas de edad gestacional corregida y desapareciendo el riesgo de retinopatía del prematuro.
En el segundo caso, la necesidad de tratamiento es relativamente urgente. La posibilidad de que los vasos que se encuentran en el vítreo se fibrosen y produzcan un desprendimiento de retina por tracción es muy grande, lo cual llevará a ceguera.
La oportunidad terapéutica se extiende entre las 36 y 44 semanas de edad gestacional corregida, donde es posible detener y revertir el avance de la enfermedad.
El tratamiento consiste en destruir la gran mayoría de células hipóxicas de la retina avascular, para disminuir la producción de VEGF. Con esto, se intenta preservar la mácula, ubicada en el centro de la retina, donde se encuentra la máxima agudeza visual pero, en consecuencia, se perderá gran parte del campo visual periférico.
Es preciso tener estos factores en cuenta para realizar un seguimiento adecuado del fondo de ojo de los bebés prematuros, para descartar y prevenir posibles daños.
Estrabismo y ambliopía
Entre un 30-60% de los niños prematuros pueden ser diagnosticados de estrabismo y/o ambliopía. El estrabismo más observado generalmente es una endotropia o estrabismo convergente (el ojo se tuerce hacia dentro). La ambliopía suele producirse por la diferencia de graduación entre ambos ojos (anisometropía) o por la peor agudeza visual como secuela de la retinopatía.
El estrabismo suele variar con el tiempo, puede disminuir o incluso convertirse en una exotropia o estrabismo divergente (el ojo se tuerce hacia fuera).
Por esto, como primer tratamiento no está recomendada la cirugía, debido a su carácter inestable. Es necesario mantenerlos bajo control oftalmológico y optométrico para evitar que se produzca la ambliopía, ya sea mediante la adaptación de la graduación adecuada o mediante terapia visual activa.
Miopía
Las diferentes ametropías afectan en un 30,5% de bebés prematuros, lo cual es una elevada cifra en contraste con el 1,7% de afectación en bebés que han nacido a término.
Concretamente, la incidencia de miopía en estos bebés es de un 5,5%. Suele aparecer de manera precoz y puede ser severa. Se diferencia de la miopía habitual porque aparece de forma muy precoz, pudiendo ser detectada desde los primeros meses de vida. La causa suele ser un cristalino demasiado grueso, característica común en ojos prematuros.
Los datos aumentan en el caso de que haya retinopatía. En estos casos la aparición de la miopía aumenta hasta un 52,5%. Se relaciona con las diversas cicatrices que la retinopatía puede dejar en el ojo, aunque no se haya producido desprendimiento de retina.
La corrección de la miopía en prematuros es necesaria ya que puede interferir en el desarrollo global del niño y en su relación con el mundo exterior. Hay que tener en cuenta las necesidades del niño en las diferentes etapas para realizar la corrección más adecuada. No tiene las mismas necesidades visuales un bebé lactante que un niño que esté aprendiendo a moverse u otro que haya empezado en la escuela.
Anisometropía
La anisometropía se refiere a una condición visual en la cual cada ojo presenta una graduación diferente. En el caso de los bebés prematuros, la incidencia de la anisometropía es de un 30%.
Una diferencia de más de 2,00D de miopía entre ambos ojos puede provocar que el ojo con más graduación tienda a ambliopizarse, es decir, su agudeza visual disminuye ya que el cerebro suprime la imagen de ese ojo por ser muy diferente a la del otro ojo.
En estos casos es de gran importancia corregir el defecto refractivo a tiempo para evitar que se produzca la ambliopía.
Astigmatismo
El astigmatismo también es un defecto refractivo común entre los bebés prematuros, presentándose hasta en un 40%. Esta incidencia está en relación directa con la presencia de retinopatía del prematuro y del nivel de gravedad de la misma.
En estos casos también es importante el realizar una refracción correcta y prescribir las gafas en el momento adecuado para evitar la ambliopía y permitir al bebé tener un buen desarrollo.